Por: El vistazo | Jorge Cavagnaro
“Sí tenía miedo del formato semipresencial, pero realmente me exigió mucho más”. Gabriela Borja, de Quito, estudió una carrera en la Universidad de Las Américas de forma semipresencial, es decir, parte del curso lo hizo a través de una plataforma online y la otra parte asistiendo a clases.
En Ecuador, más de 300 carreras de tercer y cuarto nivel (pregrado y posgrado) en modalidad semipresencial y ‘online’ (incluida a distancia) se ofrecen en las universidades y escuelas politécnicas del país (Senescyt, 2018). Cada una tiene características particulares pero una similitud: una parte muy importante del curso se la desarrolla a través de recursos digitales; en algunas es totalmente. Y si bien hay varios motivos, estas modalidades buscan ser más eficientes en cuanto al tiempo invertido del estudiante. Es decir, implica una menor o ninguna movilización hacia la universidad.
Martha Agila, directora de Tecnologías para la Educación de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), se ñala que la educación a distancia es una alternativa justamente para quienes por diversos motivos no pueden estudiar de forma presencial. “Se rompe la barrera del tiempo y espacio, con horarios adaptados a situaciones personales o laborales”. Pero advierte que esta flexibilidad implica mayor grado de autodisciplina. Por ejemplo, dice que el estudiante debe planificar sus estudios de acuerdo a su horario disponible y cumplirlo a cabalidad. Una situación que puede afectarse si es que no hay un hábito de organización y de concentración.
La UTPL, por ejemplo, es una de las primeras universidades en el país en desarrollar este tipo de estudios. En 2002 arrancó las modalidades virtual y a distancia, y cuatro años después fusionó ambas. Cada semestre, en promedio 36 mil estudiantes de pregrado se inscriben en este sistema educativo, sobre todo de Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja.
Giraldo León Rodríguez, docente de la facultad de Ingenierías de la Universidad Ecotec, señala que bajo estas modalidades se da un aprendizaje personalizado, ya que se atienden particularidades de cada alumno. “Con estas plataformas se obtiene información de cuál es la interacción entre estudiantes y docentes; esto posibilita un análisis de los logros y las dificultades”.
Agrega que de esa forma el estudiante puede controlar, detectar y evaluar su desempeño académico y tomar correctivos.
Perfiles
El estudiante a distancia, por lo general, cuenta con un empleo, y su vinculación al sistema educativo se da por la necesidad de sacar un título profesional o segunda titulación. “Quien ingresa a esta modalidad debe ser, por lo menos, investigador, comunicativo y responsable”, explica Martha Agila, de la UTPL.
Pensamiento crítico, trabajo en equipo, disciplina, entre otras habilidades, resume Giraldo León (UTPL) como las destrezas que debe tener un estudiante en esas plataformas. “Tener dominio online para cumplir con actividades sincrónicas (chats, videoconferencias, etc.) y asincrónicas (que no se da en vivo) que se orienten”.
Si bien cada estudiante avanza según su disponibilidad, hay actividades que se deben coordinar con anticipación. “Debe aprender a gestionar su tiempo y sus responsabilidades, ya sean individuales o grupales”.
Futuro online
Deepak Reddy, vicepresidente de la empresa de metodología de enseñanza Aditya Educational, reseña en Forbes.com que las herramientas digitales de aprendizaje proveen a los estudiantes y docentes de recursos que no podrían tener de otra forma. “Pero esto no implica que vayan a reemplazar a la educación tradicional en clases. La tecnología avanza, pero al igual que cualquier innovación, enfrenta nuevos desafíos”.
Martha Agila (UTPL) señala que diversos autores concuerdan en que se está llegando a una convergencia de modalidades, “donde cada una es complemento de otra”. Esto implica que dependiendo del perfil del estudiante, se adaptará a diferentes porcentajes de distintas modalidades.
Allí surge mayor énfasis en aprendizaje enfocado a proyectos y casos reales; basados en problemas e investigación; estrategias de gamificación (mecánica de juegos al ámbito educativo), entre otros.
Pero el reto, además, es de las instituciones, comenta Giraldo León (UTPL). “Las universidades deben repensar su funcionamiento en función de que la enseñanza online puede ampliarse y desarrollarse. Esto incluye un rediseño de procesos, estructuras y espacios de aprendizaje”.
Una mirada crítica al considerar la expansión de esta modalidad. Según un estudio de la firma Research and Markets, el mercado de educación online en general generará ingresos por más de 325 mil millones de dólares en cinco años. Este reporte señala que esto se dará por la demanda de contenidos educativos a menor precio, las necesidades de estar en constante aprendizaje y del factor tiempo.